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miércoles, 29 de julio de 2009

Una vida en Invierno

Darse cuenta de que no es uno el único que cambió, que ya no es más, sino que todos dejaron de ser y también se buscan en ese pasado único y en común cuando todos éramos y todo era tan intenso que la ilusión de uno se potenciaba con la de otros y por un rato eso parecía la verdad absoluta.

Creíamos que ese momento congelado en ayer era la vida que sería para siempre.

Y hoy no somos más. Dejamos de ser para dar lugar a lo que somos.

A veces, sin buscarlo, reconozco a algunos de los que fueron conmigo y una mirada me hace saber que ellos también saben que fui.

martes, 21 de julio de 2009

Demasiado Lunes

Las siete de la mañana de un lunes es muy temprano, más que temprano.
Por ahí lo terrible es la combinación de la hora y el día.

En la parada del colectivo -de cualquiera- que podría ser el 6, el 26 o el 50, esperaba, casi dormida, al que llegara primero para dejarla en el lugar donde trabajaba.

La calle húmeda por la tormenta de la noche anterior todavía parecía un desierto, y salvo por ella y un hombre que también esperaba, no había nadie más alrededor.

Veía que los minutos iban aumentando, y en la misma proporción, la paciencia disminuía. No estaba de humor para una llegada tarde por dos motivos: no quería empezar la semana así y no tenía ganas de escuchar reproches, o lo que es peor, que ese reproche no llegara nunca y sólo ser condenada por miradas, como era la costumbre.

El camión de la basura apareció de pronto y se estacionó al lado de ellos. En menos de un segundo el aire se pudrió y pareció que toda la vida se extinguía.

Esa atmósfera de peste cubrió todo. No tuvieron más remedio que buscar otro refugio hasta que el colectivo llegara.

Unos hombres bajaron del camión y entraron a un restaurante de la avenida que en otro momento del día parece un lugar vivo pero ahora acompañaba lo siniestro de la hora cuando el día está por empezar.

Después de algunos minutos, los hombres salieron cargando bolsas casi tan grandes como ellos. La basura que cargaban sobre sus espaldas daba la impresión de un peso muerto. Y así los vieron cargando lo que parecía un cadáver o una cruz.

El olor todavía hacía el aire irrespirable. Los dos hacían esfuerzos por contener la respiración y admiraban a los hombres. Ellos parecían vivos y ni siquiera afectados entre tanta podredumbre.

Abrió los ojos y vio que el colectivo se acercaba. Hizo señas para no perderlo y ella y su compañero de espera subieron.

De algún modo, sin que ellos lo notaran, el camión, los hombres y la peste desaparecieron.


Había empezado el día.




Para todos los afectados por los lunes y para todos los trabajadores de la basura.


miércoles, 15 de julio de 2009

Mi mundo privado (Imaginación)

Hay momentos en los que uno se escapa del mundo. Pasa sin quererlo ni buscarlo. Es como si algo de más allá nos arrancara por un rato. Así se van abriendo puertas de esos universos que están escondidos. Nos sirven de refugio, nos salvan. A veces de la vida y a veces de nosotros mismos.

Otras veces pueden ser peligrosos. Hay que tener un límite y saber cuándo volver.

Así describen algunas sus mundos privados:

"Algunas veces, en la escuela, me evado, no sé cómo, del tema explicado y me remonto al país de los sueños...", escribe una muchacha. "Me siento entonces tan absolutamente absorbida en deliciosas quimeras, que pierdo por completo la noción de la realidad. Permanezco clavada en el banco, y, cuando despierto, me asombro de hallarme entre cuatro paredes."

"Me gusta mucho más soñar despierta que hacer versos -escribe otra-, pergeñar en mi mente lindos cuentos sin pies ni cabeza, o inventar una leyenda mientras contemplo unas montañas a la luz de las estrellas. Es mucho más bonito, porque es más vago y deja una impresión de descanso, de recuperación."

"Por una suerte de pudor, jamás he podido expresar en la realidad esas tendencias soterradas de mi naturaleza y que tantas veces he vivido en mis sueños. Tal y como he aprendido a conocerme, soy, en efecto, autoritaria, violenta, incapaz, en el fondo, de doblegarme."


Siempre queda ese lugar en el que se puede arreglar lo que está roto, curar, decir lo que no se pudo. Un lugar que no es de nadie más.


(Los fragmentos son citados por Simone de Beauvoir en El segundo sexo.)

lunes, 13 de julio de 2009

Reflexiones

Los números en la pantalla cambiaban a cada segundo.
El aumento de los caídos provocaba todavía más indignación.

Esa cifra encerraba muerte y era manipulada según los caprichos de los dueños de la información. Decían que dar a conocer los números era decirle la verdad a la gente, y que así todos tomarían más recaudos.

Antes, cuando alguien estornudaba en público, no era visto como terrorista o asesino.

Esta vez, como tantas otras, el miedo era el arma elegida.
Con el miedo habían logrado dividir para conquistar.

domingo, 5 de julio de 2009

En un mes lleno de muerte (II)

(Advertencia: Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas)


Hoy es la otra versión. El lado B.

La primera parte fue el desahogo de todo lo que no quería adentro. Ya no me servía. Empezaba a intoxicar.


Todo por la caminata fuera del mundo.

Sola otra vez, en las mismas calles de antes. Poniéndole el cuerpo al viento.

Morrissey cantaba "I'm so very sickened...", y yo le creía, y me adueñaba de esas palabras que servían para decir lo que yo quería decir pero no sabía cómo.

Sola como hace mucho tiempo.

De repente distinguía a otros pero seguía suspendida, recortada del mundo.

Había podido robarme algo de tiempo.

No pensaba en nada (en particular), pero las canciones, las palabras bien dichas en su momento y lugar se me clavaban como dardos en la frente. Lo escondido volvía, asesino.

Entre tanta muerte
escribo Sigo
viva.

Y la idea centrifugaba a mil.

Entre tanta nada, la tarde de sábado, el frío, las ganas de quedarme inmóvil, pero el terror a la repetición.

Si. (Como siempre) Tenías razón.
Celebro la vida.




Para vos. Gracias Totales!