Los números en la pantalla cambiaban a cada segundo.
El aumento de los caídos provocaba todavía más indignación.
Esa cifra encerraba muerte y era manipulada según los caprichos de los dueños de la información. Decían que dar a conocer los números era decirle la verdad a la gente, y que así todos tomarían más recaudos.
Antes, cuando alguien estornudaba en público, no era visto como terrorista o asesino.
Esta vez, como tantas otras, el miedo era el arma elegida.
Con el miedo habían logrado dividir para conquistar.
1 comentario:
En esta epoca de tanta paranoia y psicosis se me viene a la cabeza una frase de un filosofo contemporaneo... "que no panda el cunico"
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