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domingo, 7 de octubre de 2012

El Pirovano Horror Show


                                                                                                                                                   

                                                       "Y sí,                                                                     

                                                                                                                                aquí en el Pirovano 
                                                                                                                     hay almas que NO SABEN 
                                                                                          por qué recibieron la visita de las desgracias. 
                                                      Pretenden explicaciones lógicas los pobres pobrecitos, quieren que 
                                                    la sala -verdadera pocilga- esté muy limpia, porque la roña les da te- 
                                                      rror, y el desorden, y la soledad de los días habitados por antiguos
                                          fantasmas emigrantes de las maravillosas e ilícitas pasiones de la infancia"                                                                                                                                                       
                                                                                                                     Alejandra Pizarnik





                               
                  El Pirovano Horror Show


Otra vez llegar en una hora horrible a ese Pirovano gigante, inmenso, criatura de cemento sucia, muerta. Un freezer donde se detiene el tiempo y nadie es digno porque todos corren y todos esperan. Sólo queda sentarse a respirar el olor a hospital.
Inmundo. No sé quién puede curarse en toda esta mierda. Ya lo dijo Alejandra, estos doctorcitos no saben nada y si supieran tampoco harían nada porque se entiende que se vuelvan autómatas de tanto estar en este lugar.
 Pero así es y acá estamos nuevamente entre las paredes amarillo gritón del “Haciendo Buenos Aires” aunque el color se lava, las sillas no aguantan y el cuerpo no aguanta pero acá vinimos a parar.

La loca empezaba a contar su historia, que se desvanecía en el aire,o la retomaba. (imposible definir un comienzo)


-Y yo seré pobre pero soy una persona decente…


El tiempo no pasa,  miro el piso por miedo a encontrar ojos de loco solo que quieran acercarse. La vieja declarada insana sigue y sigue y me entero del juicio, de los patrulleros y de la noche –tal vez la primera- a partir de la cual terminó solita con sus bolsas y el pan y el queso y el mate improvisado en un vasito.

-Pero yo soy de mi casa. No soy ni una rea ni una atorranta.
(Pobre señora, ¿De qué casa hablará?)


Ahora el segundo acto 


Aparece un borracho todavía más loco que la vieja -que la tiene re clara y se acuerda muy bien de todo-  “Me pusieron una torturadora para que me torture” “Porque yo no soy insana porque si fuera insana lo hubiera matado”


Y no se puede ni llorar en paz en esta sala de espera porque no se puede esperar nada bueno. Lo bueno no pasa en este lugar. Trato de no perder la cabeza mientras nadie llega y la tristeza se clava como una astilla en el dedo chiquito del pie. No, no es una astilla, es una estaca en el cerebro, porque lágrimas ya no tengo porque el corazón todavía está débil porque las paredes están sucias y por la película en blanco y negro que dan en la Televisión Pública.  

No quiero terminar así pero eso no se elige. La loca tampoco habrá querido y se la tuvo que bancar y nos cuenta su vida. Cuando el borracho se acerca ella se calla porque le robaron su público y la loca es la más cuerda en todo este delirio que es esperar una muerte que se anuncia y amenaza pero no termina de aferrarse a alguien que ya no puede vivir porque se acabó el tiempo de ser feliz.
El borracho se acerca, da la mano y pide disculpas por las molestias. Pero qué disculpas si para que venga alguien acá tendrían que pagarle porque ni los médicos existen, porque tanta muerte cala los huesos y todo funciona como en agonía porque sólo hay que esperar. Acá nadie se cura.


La gente va llegando al baile

Rampa de entrada. Recepción. Consultorios 8 y 9. 
Shhh! No se puede llorar porque los chicos de al lado duermen, la loca acomoda sus bolsas y una médica habla por celular.
Llega una chica embarazada con su novio que la abraza y los miro sin poder dejar de escribir aunque ya nada tenga sentido. La luz verde de salida brilla como señalando el único camino posible, el lugar donde todos se salvan.


Acto Tres


Ya sin borracho en escena la loca busca recuperar el protagonismo.

-No me dejaron terminar el cuento…
Nos mira como buscando audiencia pero no tiene éxito porque la escucho y me da pena pero pienso en los tubos, en las máquinas y en el frío de hospital frigorífico donde cada uno en su camita para no molestar al personal.

Salir corriendo. Que sea mentira. Que sea el guión de una película de terror que dan en cable un domingo a la madrugada.

Al menos que no pase acá, ni en esta versión tétrica de hospital depósito, casa y refugio de locos y abandonados que al menos tienen esto para pasar una noche porque para ellos, afuera es peor.

Dormir.

Que sea otro día.
Tener 5 años.
Estar feliz (Ni siquiera ser)

Pero no se puede

 y sigue siendo lo mismo pero ya no es igual.

-¡Familiares de Giralde!

Y si sos familiar de Giralde llevate esta muestrita a Hemoterapia.
-Después del pasillo hay como una “ese” y al lado el ascensor, ahí está Hemoterapia.
Porque seguro que nadie tiene nada mejor que hacer además de calentar una silla en una guardia de hospital un viernes a las cuatro de la mañana mientras espera una noticia que nadie quiere escuchar. Entonces agarrá tu muestrita de sangre y hacete un paseito porque en este lugar, ni eso podemos hacer.


Final de Temporada


Sigo escribiendo porque hablar no puedo. Y este monólogo escrito es más delirante que el de la pobre vieja sin casa, declarada insana. La diferencia es que ella ya está declarada y lo grita. Lo cuenta y lo sufre con sus bolsas a cuestas. Yo la veo y ahora la miro pero ya se cansó de hablar mientras llegan los truenos y Giralde con la muestrita que tuvo que llevar en su tour a Hemoterapia, al mejor estilo souvenir horrible, cisne con plumas de cumpleaños de quince de la hija de algún compañero de trabajo.


Y este delirio es una excusa para seguir despierta porque si me duermo quedaría enjaulada en la sala de espera del famoso “Piro-en-vano”, tan feo que nunca quiero volver a pisarlo y como digo nunca seguro me toca porque siempre con todo me pasa así.


Mil cigarrillos.

Llorar 
el sueño…

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