Si tuviera que definir la palabra felicidad, utilizaría antes que nada como sinónimo "infancia". La infancia pensada como un lugar de protección, en el que uno siempre quedaba a salvo de todo porque ante el más mínimo miedo siempre había un abrazo o una mano de una mamá o de un papá.
Dentro de ese universo ideal que planteo como infancia, no porque lo haya sido realmente, sino porque hoy, a la distancia así lo siento, encuentro algunos clásicos que fomentaban la creación de ese mundo de fantasía a los que sigo recurriendo cuando necesito escaparme de todo.
Uno de los que tengo más presente, es Sissi. Basada en la historia de Isabel de Baviera, una chica un tanto rebelde o "de avanzada" que se casa con un príncipe, pero en este caso, no todo resulta color de rosa. Sissi se encuentra de algún modo atrapada en una nueva situación, en la que se espera de ella un comportamiento que ella no tiene, que siga reglas de etiqueta en las que no cree. Finalmente logra imponer su voluntad y enfrenta lo que no cree correcto, obviamente que todo esto aparece en la película un tanto edulcorado y Sissi nunca abandona su aire de "damisela-en-problemas-salvada-por-príncipe", en contraste con la Sissi real, que cayó en una gran depresión luego del fallecimiento de una de sus hijas y abandonó la vida pública.


Continúa siendo muy recordada, casi un mito y hay planes para una película sobre su vida titulada Eine Frau wie Romy (Una mujer como Romy)
Estampilla alemana en homenaje
Tan ella..